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05 agosto 2012

Yo también quiero a Marilyn

¿Qué pasaría si Marilyn Monroe estuviese viva y además tuviera ganas de seguir cantando?

La noche del sábado asistí, junto con mi novia, a la obra Mi Marilyn Monroe, una entrañable historia contada por dos grandes artistas chilenos, el director y escritor Alejandro Goic, y la primera actriz, Carmen Barros. El dato de que asistí con mi novia no es menor, ya que ella no suele ir al teatro, dice que le aburre; la verdad es que ha tenido mala suerte, y aunque pocos, ha visto trabajos muy herméticos (que sólo entienden los que los hacen, quiero creer). Por eso ella es reticente cuando de ir al teatro se trata, a veces yo también. Sin embargo la experiencia de anoche fue fantástica.

Llegamos un poco tarde, a menos de diez minutos de que diera inicio la obra. Para entonces el Teatro del Centro de las Artes estaba abarrotado, así que tuvimos que chutarnos la función desde el segundo piso de butacas. Nada de esto nos privó de una experiencia inolvidable.

El planteamiento es el siguiente: Marilyn Monroe no ha muerto, sigue viva, y a sus ochenta y pico de años, recordará algunos de los momentos más célebres de su historia.

Carmen Barros, una legendaria figura del teatro y la ópera chilenos, en un derroche de recursos vocales y escénicos, interpreta a una Marilyn Monroe, capaz de hablar con toda libertad sobre su pasado. Mientras sus vestidos más bellos están siendo subastados, Marilyn recuerda momentos de su vida que llevarán al espectador a un viaje a través del tiempo en un espectáculo lleno de nostalgia, música de jazz, piezas operísticas, y rockanroll; todas las piezas ejecutadas por la cantante y primera actriz chilena, Carmen Barros, cuya magia vocal atrapa al espectador desde las primeras notas.

Monroe dialoga con los espectadores con un humor picante, muy latinoamericano. Al mismo tiempo una colección de imágenes y videos son desplegados en una pantalla que dota al escenario de un tinte cinematográfico, y por la cual desfilan figuras como Frank Sinatra, Elvis Presley o el propio Che Güevara. Carmen Barros interviene en tiempo real las proyecciones para acompañar las canciones, que muchas veces terminará interpretando de manera magistral, ella sola.

En algunas ocasiones Marilyn interactúa con una voz en off que la entrevista y la lleva a recordar algunas de sus más entrañables amistades como Ella Fitzgerald o Truman Capote, o a sus maridos, el beisbolista Joe DiMaggio y el dramaturgo Henry Miller.

La obra guarda momentos de gran belleza y de mucho impacto visual que es mejor reservar para quien asista.

Al terminar la obra vi una sonrisa dibujarse en el rostro de mi novia, y no me hizo falta preguntarle nada. Su gesto me recordó que antes que ser crítico, porque se supone que soy crítico, soy un asombrado espectador a quien a veces gusta lo que ve y a veces no. Mi juicio crítico se reduce a mi capacidad de asombro o de aburrimiento. Anoche terminé asombrado, mi novia también. Carmen Barros y su director, el también escritor Alejandro Goic, nos han regalado una noche teatral inolvidable, una mezcla de ficción, revista musical y cine.

Mi Marilyn Monroe es más que un merecido homenaje a una de las mujeres más bellas del mundo occidental durante el siglo XX, que ayer, 4 de agosto, cumplió 50 años de muerta. Inmejorable oportunidad para disfrutar éste excelente espectáculo que nos acompaña desde la hermana República de Chile, y que hoy también se presenta en el Teatro del Centro de las Artes.

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