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28 junio 2014

Reflexiones sobre teatro

por Vidal Medina


1. El teatro, como yo lo entiendo, se consolida o se arma a través de una serie de convenciones que pueden ser rotas. Lo principal en el teatro es el juego en la escena. Fuera de eso el teatro no se sujeta a ninguna convención. Puede escribirse teatro sujetándose a las reglas tradicionales o puede romperse con ellas. Teatro dramático, narración escénica o teatro posdramático, son sólo tres formas de nombrar un acontecimiento, que es siempre distinto, siempre otro. Querer ver del teatro únicamente su literatura dramática es ver sólo una parte del fenómeno. Es precisamente cuando un texto es puesto en funcionamiento mediante la maquinaria de su puesta en escena que tenemos el fenómeno del teatro.

2. El teatro es una máquina de máquinas. Podemos ver entonces el funcionamiento de un texto dramático como una de ellas. El texto dramático es la maquina de la provocación. Provoca a un director y a unos actores a moverse para realizar esa posibilidad de teatro que el texto trae consigo; provoca que una serie de personas se pongan a trabajar a su alrededor para iluminarlo y arroparlo con escenografía; y además provoca a los espectadores, puede ser a la reflexión, al llanto o al mismísimo demonio del desprecio, puede ser que provoque que alguien grite o se escandalice de lo que ve o escucha, puede ser que provoque burlas o nerviosas risas. El teatro es una maquinaria de provocaciones.

3. El teatro es un producto siempre inacabado. Es decir que mientras una obra este viva, y eso puede suceder mucho tiempo después de muerto su autor, es susceptible de modificaciones y reinterpretaciones, de lecturas y montajes, de dialogar con el mundo. En este sentido no creo que existan los monólogos, ya que siempre hay uno que escucha y para mi esto ya es un diálogo. Un diálogo es sobre todo saber escuchar al otro.

4. El texto teatral además de ser una detallada construcción de piezas, ensamblaje de palabras o situaciones en las que personajes o construcciones de lenguaje se ponen en funcionamiento; también es una red que tiende intercambios e interconexiones con una serie de elementos extra-textuales. Dos realidades se tocan: lo textual, la literatura, el mundo in-existente dentro de una grafía particular, una construcción semántica y sintáctica se entrelaza a través del cuerpo de un actor con el mundo real. En este cruce de fronteras hay un trastocamiento de la realidad. El mundo real es forzado, o más bien, seducido hacia un territorio que tal vez no desconoce, pero que ha olvidado: La ficción en el ámbito del juego.

5. El teatro es una maquinaria, en este sentido poco importa bajo que modalidad configure el dramaturgo su discurso, puede ser bajo cualquier forma imaginada, como dijimos arriba, utilizando diálogos, narrando, o simplemente poniendo en juego al lenguaje. El juego da cabida a las más desordenadas formas y tamaños, a los panoramas ciegos y las aperturas peligrosas. Es precisamente en esas aperturas donde nos encontramos cara a cara con nosotros mismos o con las terribles máscaras de lo que somos.

6. En el poeta actual existe la misma necesidad interior que en el antiguo, la necesidad de sacar la voz o voces que lo habitan. Por ello el acto creador hoy como antes permanece igual a sí mismo, sigue siendo un ritual, llamamiento o llamado a la comunidad, sigue siendo una necesidad interior más que un oficio.

7. Los límites, si estos deben existir, se enmarcan dentro de lo que la obra puede ser, pues la obra solo puede ser una.

8. La obra no tiene sino una pluralidad de formas, es ella misma una pluralidad que dialoga con otros textos y acaso con el mundo. (Animal monstruoso es la obra: Kafka).

9. Las estructuras multiformes y los lenguajes alternativos son la manera en que lo urgente y necesario se desliga.

10. El teatro es un arrebato controlado, sistemáticamente ordenado. Pero es un arrebato, una locura, un capricho de infante. Su naturaleza es transgresora. El teatro es transgresor o no es. Se mete donde no debe o no tiene nada de qué hablar, qué importa que tome partido sobre algo.

11. Los teóricos de la comunicación estudian al teatro desde el vínculo comunicativo que establece con el espectador y analizan las funciones que Jackobson aplica para el lenguaje. Pero olvidan que además de lenguaje hablado, el hombre tiene una naturaleza animal, es decir sangre en sus venas, pulsiones que son como descargas eléctricas que incitan al cuerpo a moverse. Por ello decimos que no sólo el teatro está en constante movimiento, sino que incita al movimiento a través de sus descargas eléctricas.

12. . El teatro es un acto político por excelencia porque incita al movimiento. Como la danza o la música incitan el cuerpo a moverse, así también el teatro establece esa comunicación física, que no solo nos mueve a pensar, sino que a veces nos sentimos tocados por él, o mejor aun, trastocados en nuestra zona de confort.

13. El teatro es ante todo una manifestación directa entre seres humanos. Comunique lo que comunique. No está en las palabras lo que buscamos. Digan lo que digan, revelen lo que revelen.

14. El teatro, como la literatura (la novela y el relato breve sobre todo) ha puesto en cuestionamiento al personaje. Eso, los especialistas en literatura dicen que pasó hace tiempo en el campo de la narrativa y sólo ahora llega al teatro. Sin embargo, al mismo tiempo está planteándose otra posibilidad. Al cuestionar al personaje de manera inmediata te quedas desnudo en el escenario, no sólo la palabra descarnada, sino la palabra dicha, pero aún no es sólo la palabra dicha, sino hecha. Alguien tiene que ser palabra. La expresión de “algo” que al perder el cuerpo del personaje gana en corporalidad: Tal vez eso se llama lenguaje.

15. El arte a veces se plantea como una cuestión esencial, una pregunta lúcida y urgente. Por ello la claridad de la exposición es hermana del misterio; por lo mismo se ha asociado al teatro con lo sagrado, pues el ritual es también incertidumbre. Se danza para que vengan las lluvias, para convocar a los dioses, para que el ciclo se renueve.

16. El oficio de escribir está asociado a un trabajo remunerado, por supuesto, pero también a una posición de poder. Muchos escritores, estoy seguro, ansían en convertirse en líderes sociales o sindicales, en ocupar puestos en las secretarías de cultura, en hacer todo tipo de cosas que nada tienen que ver con la escritura. Y no me refiero a la escritura como acción de escribir, sino, sobre todo, de inventar.

17. Heiner Müller, el dramaturgo alemán, escribió que a veces lo que la gente quiere no es lo que necesita. Entonces hay que darle lo que necesite aunque no le guste. Es decir configurar discursos que necesiten. Hablar de lo urgente. Y lo más urgente es el futuro.

18. Federico Schiller, otro dramaturgo alemán, escribió una frase que me ha acompañado desde que la leí: “Caerá el edificio del error y de la arbitrariedad, tiene que caer, ha caído ya tan pronto como te des cuenta de que vacila”. En esta sentencia pone de manifiesto la responsabilidad casi mesiánica de un escritor: adelantarse al tiempo, ir hacia el futuro, crear utopías, vislumbrar un porvenir. El teatro y el arte tienen la tarea de configurar discursos que problematicen la realidad para sacar al espectador de la lectura simple; presentarle un mundo no sólo más intenso, sino nuevo, un mundo posible.

19. La ilusión, la trampa que nos pone la realidad, es hacernos creer que no se puede cambiar. El papel de la poesía nunca ha sido el de cambiar el mundo, no, la poesía inventa el mundo, es por eso que no la podemos separar de su carácter utópico. Son necesarias las utopías despiertas, es decir la creación de imaginarios más benevolentes, mundos ideales, pero que sean posibles. El intelectual, el artista, tiene la tarea de confeccionar los discursos de la posibilidad y la esperanza.

20. Walter Benjamin escribió un ensayo sobre la historia inspirado en el Angelus Novus de Paul Klee. El cuadro muestra al ángel de la historia observando con horror el pasado. En esa posición le está dando la espalda al futuro, al que avanza sin detenerse: Esa es la figura de un historiador; la de un artista debe ser la contraria, voltear hacia el futuro so riesgo de chocar contra él y estrellarse en una carrera ciega. No son los errores o aciertos del pasado lo que nos permitirán avanzar, sino el renacimiento: la asimilación y el olvido. Sólo siendo nosotros mismos esencia es que lograremos que nuestras voces trasciendan. Un eco es una voz que rebota en las paredes de una caverna y se escucha repetir mil veces, mil y un veces, para que se torne más fantástica la frase. La caverna es el abismo humano, la voz es la del poeta: sustancia atemporal, espacial e invisible. El poeta no esgrime otra cosa que un eco de la misma voz humana de todos los tiempos: el lenguaje.



*Texto leído en el Congreso Bi-Nacional de Teatro Mexicano Contemporáneo.
University of Texas, El Paso. Noviembre 2008

27 junio 2014

Un montaje ‘Kafkiano’

El hombre moderno es el resultado de experimentos sin fin. Se apropian de su mente y la libertad es una ficción. Estas son algunas de la reflexiones que salen a relucir luego de ver la obra Exposición de una larva, de Vidal Medina, que se presentó en el Teatro de la Estación de la Casa de la Cultura de Nuevo León.

El monólogo, un montaje del colectivo escénico Cuarta Transversal, actuado y dirigido por el propio Medina, expone la vulnerabilidad del ser humano, al que someten a un experimento para convertirlo en insecto. Con una clara alusión a La Metamorfosis de Franz Kafka, Exposición de una larva, se presentó con una muy buena aceptación del público dentro del XXIV Encuentro estatal de Teatro Nuevo León, organizado por Conarte.

El hombre es seleccionado para el experimento por ser diferente a los demás, éste piensa, reflexiona sobre su condición en la sociedad, protesta y busca escapar por todos medios de la celda donde lo quieren encasillar. Al ser le han cortado su libertad y hace todo lo posible por recuperarla, incluso cuando no es más que un insecto. (Nota de Julio González para Horizonte).