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25 julio 2013

Grillos en la Boca: Intercambio teatral en Buenos Aires

Conocí a Bernarda Tapia en marzo de 2011, antes de arribar a Buenos Aires, mientras me encontraba escribiendo una obra para mi residencia en el Departamento de Arte Dramático del IUNA.

Agustina Palermo había sido comisionada por Cristian Drut, entonces encargado de los enlaces internacionales en el IUNA, para dirigir mi obra; pero hubo un momento en que cambié de idea. Había trabajado en algunas escenas y de pronto simplemente no pude continuar, más bien, no quise, no me sentí capaz. En un inicio quería escribir una obra de teatro sobre el secuestro en México, se llamaría Encrucijada; pero terminé escribiendo una sobre la desaparición de una ciudad, mi ciudad.(Monterrey vivía momentos críticos entonces; escuchaba balaceras a diario. El miedo se había instalado de manera irremediable en la ciudad). La obra que escribí se llama Vestigios.

Agustina había empezado a proyectar lo que sería el montaje de Encrucijada cuando cambié de idea. A partir de ese momento se cortó nuestra comunicación. Agustina estaba confundida, ya no quería dirigir, y con cierta razón: ¿cómo es eso de que el señorito dramaturgo decide que quiere escribir otra cosa de pronto?

Aquí es donde entra en escena Bernarda; ella fungió como moderadora entre Agustina Palermo y este ingrato servidor. Recuerdo que hablé primero con Cristian Drut y le platiqué los cambios. Agustina ya no quería dirigir mi obra y yo estaba preocupado, además no la conocía en persona, todo había sido un intercambio por chat. Cristian me recomendó que hablara con Bernarda, quien sería la asistente de dirección y producción de este proyecto.

Bernarda es chilena y es mayor que Agustina, quien es argentina; eso puede parecer un dato sólo biográfico, pero es más que eso. La sensibilidad de Bernarda, quien vivió la dictadura de Pinochet en chile siendo aún niña, la dotaba de características especiales para leer con ojos más generosos y benévolos mi nueva obra, y entender mi aparentemente caótico y poco serio modo de proceder.

Los consejos de Bernarda y su apoyo me ayudaron a entender mejor a Agustina, a entender su enojo y tratar de convencerla de que no abandonara el proyecto. Al final aceptó dirigir Vestigios, aunque tenía el tiempo recortado.

Al llegar a Buenos Aires quien me recibió en la terminal de autobuses fue Bernarda. Bernarda y Agustina en ese tiempo vivían juntas en una casa grande en el barrio de La Boca, y fueron tan generosas conmigo que me invitaron a quedarme con ellas durante mi estancia, para poder ahorrar dinero de renta y utilizarlo en la producción. (En Buenos Aires las rentas son muy elevadas). Viviendo con ellas también aprovechábamos en tiempo y podíamos conocernos mejor, platicar más sobre la obra y llevar a buen término el proyecto, como equipo.

La noche de mi llegada a Buenos Aires Bernarda preparó la cena y junto con Agustina, Leandro, Natalia y María,los actores me dieron una calurosa bienvenida que jamás olvidaré. Así empezó la aventura Vestigios, más que un montaje, un proyecto entrañable, gracias a todas las personas involucradas en él. Aprendí una manera de trabajar que no se practica tanto en México: el trabajo solidario.

Formamos el grupo Grillos en la Boca, integrado por los actores y actrices argentinos: Leandro Montgomery, Natalia Olabe, Guido Napolitano y María Forte; la esceógrafa española Ana Valverdú y Agustina Palermo, la directora. Hubo mucho más gente involucrada en la producción, el actor Muccio Manchini, la vestuarista María Laxague; el diseño de iluminación fue de Paula Fraga y la realización del video, de María Papi y Carlos Paez “el negro”; y la música original (Compuesta desde Chile) de Camilo Acevedo.

Las noches en Buenos Aires, luego de los ensayos, solían ser largas y apasionadas. La política y el teatro, ocuparon nuestras acaloradas discusiones, en las que parecía que se nos iba la vida. Ahora que lo pienso bien era realmente una locura que todos nos tomábamos en serio, muy en serio.

Recuerdo las noches en el “Ladran sancho” y en las pizzerías, después de los ensayos de Vestigios y de las funciones de 2 mil horas, un proyecto del IUNA escrito y dirigido por Ana Alvarado (Exintegrante del grupo Periférico de objetos), del que Bernarda también era la asistente de dirección. Todo eso nunca se me va a olvidar.

Al final estrenamos Vestigios en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, en julio de ese año. Hace exactamente dos años.

Pero el tema son los intercambios y los viajes. Dos de los alimentos más importantes del artista. Bernarda entonces estaba buscando alguna obra de un dramaturgo mexicano. No dudé en recomendarle trabajar con obras de algunos dramaturgos conocidos. La verdad es que en México hay muy buena dramaturgia. Ella se inclinó por Luis Santillan. Leyó su obra Autopsia a un copo de nieve y desde un principió se enamoró del texto. Luego yo los puse en contacto por medio de correos. Así inició, hace dos años, una relación entre ellos que hoy llega a su punto más álgido y feliz, con el estreno de Autopsia a un copo de nieve, en Buenos Aires, bajo la dirección de Bernarda. Hoy están al final de la temporada, y por lo que me cuenta Bernarda les ha ido muy bien. Desde que estuve en Bs. As. Bernarda tenía muchas ganas de dirigir teatro; me parece que la razón de su éxito no es fortuita. Está haciendo lo que le dictan sus impulsos. Son siempre los impulsos lo que lo mueve a uno a iniciar cada proyecto. Todo inicio es siempre incierto y llegar al termino de cada obra requiere de mucho esfuerzo.

Desde estas líneas le deseo todo el éxito, a ella y a su equipo de trabajo, porque se que Autopsia a un copo de nieve está en muy buenas manos. Bernarda seguramente ha conjuntado un gran equipo de trabajo, quizá entrañable, como aquel Grillos en la Boca, que me enseñaron a trabajar así, con recursos económicos precarios , pero con la convicción de sacar una producción adelante, con una pasión incluso a veces incluso desmedida, pero es mejor hacer las cosas así, o mejor no hacerlas.

Va mi abrazo a Bernarda y a su equipo. En hora buena por su estreno y sus funciones. Esperemos que la vida nos vuelva a juntar alguna vez. Mientras tanto sigamos haciendo lo que más nos gusta y apasiona, sigamos haciendo teatro.

VM