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04 noviembre 2014

Imágenes pensativas



Imagen 1. Juno ludovisi, siglo I dC, Museo Nacional, Palacio Altemps, Roma.

Estas esculturas no van dirigidas a ningún destinatario específico, ni a una comunidad organizada, sino a un público anónimo.

El busto conocido como Juno ludovisi, un fragmento de una escultura de la diosa romana de la maternidad, heredera de los atributos de la Hera griega, la Diosa Madre, joven virgen protectora del matrimonio y de los partos [Imagen 1]. Esta imagen representa el rostro dulce, amable y benefactor. Podemos considerar el rostro de esta diosa como prototipo de imagen pensativa, en el sentido que la ha dado Rancière en "El espectador emancipado", donde la pensatividad de la imagen es ese dar que pensar de esta dama pensativa.

Es también una imagen política para Schiller, cuyos comentarios sobre este busto constituyen el punto de partida para la política de las imágenes de Rancière. Para Schiller, la Juno ludovisi representa la promesa de una comunidad libre. Pero la cuestión central en la interpretación de Schiller que Rancière hace suya tiene que ver con la forma particular en que esta imagen representa el ideal político: la comunidad por venir se anuncia o se anticipa en el rostro precisamente en su silencio e inexpresividad, sólo porque no habla ni actúa, porque no quiere nada y no propone ningún modelo a imitar. En esta inde- terminación radica el sentido político del arte para Rancière por oposición a aquellas obras cuyo efecto sobre el espectador está previsto por el autor, que tienen por ello un carácter instrumental y que caen consiguientemente en la contradicción entre el carácter estético y autónomo de la obra y su finalidad publica. Heterónoma, extra-artística, político-instrumental o, como propone Rancière, metapolítica. Recuperando los comentarios del propio Schiller a esta imagen en los párrafos finales de la carta XV encontramos que: la Juno Ludovisi simboliza no la simple liberación respecto de las coacciones de las leyes naturales o de la ley moral, sino «la unidad de estas dos necesidades de la que surgía para (los griegos) la verdadera libertad»1. La Juno es símbolo entonces de la reconciliación entre la norma y la libertad, entre el sujeto, la naturaleza y la ley moral. Por otra parte, la mirada de Schiller hacia la Juno está ya desacralizada por haberse separado del contexto religioso que tuvo en su origen. Su gracia y dignidad, como en general la de los dioses griegos, constituyen, afirma Schiller, «la trasposición al Olimpo de lo que lo que debió realizarse en tierra» El rostro en calma de esta mujer divina simboliza el ideal de plenitud y autosuficiencia ya que, afirma Schiller, «la figura toda descansa y mora en sí misma; es una creación íntegramente cerrada; como si estuviera allende el espacio, sin entrega, sin resistencia».

Imagen 2. Torso Belvedere, Apolonio de Atenas, siglo I aC (copia de original ca. Siglo II aC), Museo Pío-Clementino, Museos Vaticanos, Roma.

Rancière destaca dos aspectos en esta última escultura. En primer lugar, la obra está des- provista de todo lo que en el modelo representativo permitía definir la belleza expresiva: ausencia de boca, de rostro, de miembros y por lo tanto de las par- tes del cuerpo que transmiten de una forma más clara mensajes, sentimientos y acciones. Sin embargo, Winckelmann la interpreta como representación del héroe activo por antonomasia: Hércules. Pero no se trata aquí de un Hércules guerrero sino de un Hércules en reposo, recibido por los dioses después de sus trabajos. «Figura ociosa, que no expresa ningún sentimiento y no propone ninguna acción que imitar», representa para Winckelmann la mejor expresión de la belleza griega en la que, como decíamos, lo bello y lo sublime, la actividad y la pasividad, se reúnen en una misma experiencia estética. El segundo aspecto remarcado por Rancière tiene que ver con la lectura política de la imagen y con la idea de comunidad: «[...] la estatua está sustraída a todo continuum que pudiera asegurar una relación de causa y efecto entre una intención de un artista, un modo de recepción por un público y una cierta configuración de la vida colectiva»6. Tenemos así que el Hércules de Winckelmann y la Juno de Schiller plantean para Rancière una posible políti- ca de las imágenes en el sentido que antes señalábamos, en tanto se presentan al espectador como imágenes pensativas, que dan que pensar sin dirigir al pensamiento en un único sentido. En resumen podemos afirmar que estas lec- turas de la Juno y el Apolo-Hércules tienen que ver con la construcción de un ámbito estético autónomo y con la función política del mismo.

La eficacia de la imagen no depende así de un suplemento de expresión, sino de un ejercicio de sustracción. El trabajo del arte consiste, por tant, en una economía de la contención, y la eficacia estética es la de una distancia y una neutralización que Rancière vincula con el impulso de juego de Schiller. instancia mediadora entre los impulsos sensible y de la forma. "La experiencia estética se libera así del espacio del museo para hacerse posible en cualquier ámbito en el que se produzca esta repartición de lo sensible o esta reasignacioón de lugares y miradas. Su efecto político está en el cuestionamiento del reparto de papeles entre individuos que pertenecen a diversos grupos sociales. Pero se trata de una eficacia paradójica: es la eficacia de la separación misma, de la discontinuidad entre las formas sensibles de la producción artística y las formas sensibles a través de las cuales ésta se ve apropiada por espectadores, lectores u oyentes. La eficacia estética es la eficacia de una distancia y de una neutralización". (Jacques Rancière)

Fragmento de: La política de las imágenes en Jacques Rancière. Por Miguel Corella. Universitat Politècnica de València. El espectador emancipado. Jacques Rancière