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14 enero 2014

La escritura es una enfermedad

1. La escritura es una enfermedad que se contagia leyendo

La escritura de ficción es, antes que nada, un juego. En ese juego se toman prestados objetos, imágenes, vivencias propias o recuerdos ajenos y se traducen a un idioma propio. En este proceso de traducir se efectúa la alquimia de la creación.

De un lado tenemos un cántaro que se va llenando de vida cotidiana, de problemas y cambios, de cariños y dificultades, se llena con temas de dinero, amor y muerte, de crisis y felicidad. La vida de uno alimenta una buena parte de la literatura, pero no es suficiente para hacer literatura. Del otro lado tenemos el mundo literario y el ofrecimiento es vasto: acudiremos a los libros para saciar nuestra sed de conocimiento, nuestra curiosidad y obsesión. Del choque con esos libros que encierran las formas del pasado, y del intercambio de miradas con ellos, es que surgirán las formas que poblarán el futuro de la literatura. El material del escritor está en relación con sus lecturas.

La creación establece así un triple vínculo:

1. Con una forma del pasado. Puede ser un autor (o varios) y un género en particular, ya sea que uno es influenciado por él, lo usa, lo comenta, lo parodia o se contrapone a él.

2. Con el lenguaje del autor y la manera de tratar los materiales. Se le suele llamar estilo y no es otra cosa que la forma en que el autor construye su relato, el modo de acomodar las palabras y las frases.

3. El tercer vínculo es con el lector. Por un lado hay un pasado común: la forma de la obra será reconocida como una forma artística: cine, teatro o poema, y por otro lado está el vínculo de lo que acontece en el “imaginario” del lector o espectador. Es decir, cómo la obra crea un vínculo por medio de las palabras, los personajes o su forma. En esta intervención se inmiscuye el “yo” del lector con el del autor. Hay lecturas que dicen mucho mejor lo que uno hubiera querido decir. Otras que son imperfectas y podrían decir de mejor manera lo que están diciendo. Esas formas hay que rescatarlas. Todas las obras tienen fisuras y es en esas fisuras donde se puede encontrar el germen de lo “no dicho”.

2. El círculo vicioso del mundo literario

Dentro del mundo literario hay cinco vicios, el gesto es el siguiente:

1- Ser literato,

2- Hablar sobre literatura,

3- Escribir sobre literatura: la tradición y las vanguardias, lo más nuevo también (ya que suelo ser yo mismo).

4- Tratar de definir en dónde me sitúo, a qué corriente adhieren mis creaciones.

5- Hacer un listado de premios y número de libros publicados. (El escritor del mundo literario debe saber hasta dónde es reconocido. Se le llama “mainstream” literario, estos son los escritores que escriben para otros escritores.

Ya deberíamos de saber que a la literatura y sobre todo a la gente que lee literatura, no le interesa la literatura. A la literatura le interesa la vida, es decir, una mirada sobre la vida, y si es posible, una mirada estética.

Entonces resulta que ni a la literatura, ni a los lectores de literatura les interesa la literatura, sino algo más, y si ese algo más se pierde de vista deja de tener importancia la literatura y da lo mismo si muere. Con ella morirán los lectores y se acabó. Ya habrá otras cosas, ya las hay. O pasará que sólo los escritores leerán el trabajo de otros escritores. Tal vez esto ya ha pasado. Sólo los escritores leen el trabajo de sus colegas. Y se reduce el círculo de “verdaderos lectores”, es decir de los lectores que no son escritores. Lo que está pasando es que entramos en un círculo vicioso que al parecer tiene dos aristas: la comercial y la académica (siguiendo a Tabarovski en esta reflexión) . Pero lo importante es señalar la característica de cerrazón que existe, al parecer mal encarada por las teorías publicitarias, de lo que es “literatura”. El afán espectacular llegó a la editoriales y golpeó a los escritores, también podemos escribir “los goleó”. Entonces las editoriales, que al parecer tienen muy claros sus nichos de mercado, han cerrado los mercados u operan en un círculo cerrado.

Quizás sea una ilusión pensar que existen realmente lectores (o espectadores), que sean vírgenes, o puros. Ahora conviven los espectadores del arte masivo, por ejemplo de un concierto de Lady Gaga, y son los mismos que los espectadores de cine o lectores de cómics. Todos ellos conviven y no es posible diferenciarlos, por ejemplo, de los televidentes, que son millones, pero que ahí están, recorren las mismas calles y compran su comida en los mismos supermercados.

El espectador, el lector, es forzosamente anónimo y es para los anónimos que escribimos literatura. El círculo vicioso tiene al menos dos partes que se contraponen y son complementarias, la literatura escrita desde la academia y la escrita desde y para el mercado. También existe la literatura académica que abreva de la literatura comercial y literatura comercial que abreva de las teorías académicas.

Se habla de una tercer literatura que es la literatura del fracaso. Yo la llamaría la “literatura menor” siguiendo a Deleuze y Guattari en sus disquisiciones. Yo ahí pongo a Kafka, a Wasler, a Pessoa, a Hölderling y a Nietszche y también a Antonin Artaud. Pongo a Walter Benjamin, y a Bukowski; no pongo a Octavio Paz, ni a Enrique Krauze, ni a Gabriel Zaid. Obviamente no pongo a Carlos Fuentes, ni a Jorge Volpi.

¿Se puede salir de ese círculo vicioso? Quién sabe. Yo supongo que es como escapar de una comunidad que nos da cohesión y sentido, lo malo del paso del tiempo entre escritores es que termina uno haciéndose amigo de ellos, y eso puede ser terrible, ya que le quita a uno la objetividad y lo vuelve complaciente. Sin embargo esa comunidad que se sabe heredera de una tradición y en rompimiento con otra, -casi siempre la tradición que se quiere romper es la inmediata y la que se reclama es una tradición clásica o antigua, o una que ha sido olvidada por su rotundo fracaso-, digo que esa comunidad a veces olvida para quién trabaja (no para una editorial, sino para un lector solitario).

3. Leer es escuchar otra voz dentro de uno mismo.

La literatura se compone de frases que son imágenes. Es puro oficio. La nomeclatura literaria está escrita en caracteres, pero su función es que escuchemos y veamos con la imaginación, que re-creemos los pasajes citados y acompañemos a seres hechos de palabras en una posible materialización en nuestra cabeza. Siendo lo más parecido a la música, la literatura interviene la realidad para hablar de ella. Eso es a final de cuentas la escritura. La forma es intangible, parte de lo humano pero es más que humana. Vemos y oímos. Leer es escuchar otra voz dentro de uno mismo.

-Vidal Medina