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29 mayo 2011

2 mil horas



Por Vidal Medina

Presentado como trabajo de egreso de alumnos de la carrera de actuación del Instituto Universitario Nacional de Arte( IUNA), antes Conservatorio Nacional de Arte, y bajo la dirección de Ana Alvarado, una de las integrantes del reconocido grupo “El periférico de objetos”, Dos mil horas es un espectáculo que se presenta todos los viernes en un espacio alternativo dentro de las instalaciones del IUNA, en la calle de Venezuela.

Los participantes, todos cantantes y bailarines con grandes aspiraciones para entrar en el mundo de la fama y la fortuna al estilo Hollywood, serán puestos a prueba. No sólo deben demostrar su talento y ganas de triunfar, sino sobre todo su resistencia física, ya que sólo la pareja que logre bailar por dos mil horas ininterrumpidas serán los ganadores del concurso.

Una actriz estilo Elizabeth Taylor, un bailarín, una mujer embarazada, un director de cine y otros personajes un tanto miserables, un tanto perdedores, son los grandes protagonistas de la noche.

El concurso tiene a su animador que le habla al público, muy al estilo de las carpas europeas del siglo pasado, y que invitará a cada uno de los concursantes a mostrar su talento y contar sus más profundos sueños para conmover al público y ganarse sus aplausos, como en un reality show.

La obra se desarrolla entre números de baile, cambios de vestuario y descansos de cinco minutos. En estas pausas se nos irá revelando el mundo de la competencia, las rencillas entre parejas, las diferencias y sobre todo la feroz envidia que rodea el concurso. Todos quieren ganar a costa de cualquier cosa, llevarse a casa mil dólares con los cuales abandonaran esta ciudad y resolverán todos sus problemas, algunos querrán cruzar el océano para llegar a Italia…

Los actores del IUNA, que suman 13 en escena, hacen un despliegue impresionante de talento, no sólo en materia dramática, ya que dan vida a personajes complejos, sino que además cantan y bailan de manera excelente, dando cuenta de una formación envidiable que los respalda.

Quizá un punto débil en algunos momentos es que algunos actores están un poco pasados en dramatismo, con lo cual algunas partes parecen un poco sobre-actuadas, pero eso no afecta el conjunto de la obra.

La dirección y dramaturgia de Ana Alvarado, se ha centrado en la construcción de personajes con hondura y una dramaturgia escénica desde las acciones simultáneas, ya que bajo las acciones principales se desarrollan otras pequeñas acciones: robos, conflictos, romances apasionados, que todo el tiempo invitan a los espectadores a ver más allá de lo que sucede.

Teñida de nostalgia de mediados del siglo XX, de referencias al cine italiano, de swing, de tango, dos mil horas es un espectáculo para todo público, que invita a verlo y a disfrutar, pero sobre todo que nos muestra la difícil vida de los artistas que deben pasar todo tipo de penurias y obstáculos para ser merecedores a un pedazo de fortuna, para acceder a algunos segundos de fama.

Barrio La Boca, Buenos Aires, Argentina, 29 de mayo 2011

06 mayo 2011

El artista siempre es un intelectual / Jorge Dubatti


“La poesía entendida como una manera de organizar la realidad, no de representarla”. De acuerdo con este texto de Alberto Girri (Envíos, 1967, incluido en su Poesía completa, 1977, tomo I), la poíesis organiza el mundo. Nada menos.

El teatro está lejos de ser, entonces, mero “museo de la representación” o “mercantilización de la nostalgia” o “reservorio de un legado pasado” (Ponnuswami, 2002 : 603-607). Posee una vitalidad renovada, resignificada. No se vincula sólo al pasado: por el contrario, algunas obras parecen acontecer en el futuro, como teatro-oráculo, teatro-esfinge que habla de lo porvenir y fascina como paradójica presencia del futuro en el presente.

El teatro sabe: tiene saberes específicos -técnicos, metafóricos, metafísicos, terapéuticos, sociales, políticos-, sólo accesibles en términos teatrales. Saberes necesarios. Verdades “subjetivas” para la existencia. Los artistas teatrales poseen un pensamiento específico sobre esos saberes, hasta hoy desatendido. Nadie considera a los teatristas intelectuales. Sin embargo, hay muchos intelectuales que no son artistas, pero no hay artista que no sea intelectual. Los teatristas son intelectuales, porque el artista es un intelectual específico. A la vez semejante y diferente del resto de los intelectuales. El artista piensa todo el tiempo. El artista piensa a través de los mundos poéticos. Por eso Umberto Eco dice que toda creación artística opera como una metáfora epistemológica: la metáfora piensa. El artista piensa los mundos poéticos. Auto-analiza los objetos que produce –mientras los produce o luego de producirlos-, así como las prácticas, sus fundamentos, su política. Descubre así iluminaciones profanas (de acuerdo al sentido que Walter Benjamín otorga a esta expresión), un tipo de saber que sólo es perceptible bajo la condensación formal y semántica de la imagen poética, y cuya condición de existencia y acceso es sólo a través de lo artístico. El artista piensa para crear los mundos poéticos. Piensa antes de crear, teoriza, investiga, reflexiona antes e independientemente de la creación.

Cómo explicar, de lo contrario, el auge del arte conceptual en las últimas décadas. El artista piensa más allá de los mundos poéticos. El artista es también hombre cívico, y como tal, realiza paralelamente actividad política, a veces militancia. Relación entre actividad artística y actividad cívica: superposición o fusión, disyunción u oposición o alteridad, yuxtaposición, multiplicación, superación crítica. Pensar la vida cívica desde el arte y el arte desde la vida cívica.

El artista como intelectual político dentro de la esfera del arte y dentro de la esfera cívica. El intelectual, dice E. Said, es quien le dice la verdad al poder. La verdad del arte y la verdad cívica. De todas sus formas de ejercer el pensamiento, el artista genera discursos: expositivo, analítico, argumentativo, narrativo, descriptivo y directivo. Casos: El teatro y su doble (Artaud), El espacio vacío(Brook), Hacia un teatro pobre (Grotowski), Teatro del oprimido y otras poéticas políticas (Boal),Micropolítica de la resistencia (Pavlovsky), Cancha con niebla (Bartís), Escritos (Kartun), Procedimientos(Spregelburd), Juego y compromiso (Daulte), Automandamientos, Las máquinas poéticas (Veronese). Del aforismo al tratado, de la nota breve al ensayo extenso.

Pero si el artista no escribe, también piensa: habla, o sólo rumia. Intelectual silencioso, de palabra interna. Negar al artista como intelectual es no sólo desconocer la historia, es asumir la operación ideológica de la dictadura y también del neoliberalismo:vaciar el arte de sus políticas. Aceptar que el teatrista es un intelectual implica concebir el teatro como cantera de pensamiento y experiencia, como campo de subjetividad habitable e indagable en sus afirmaciones.