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06 mayo 2011

El artista siempre es un intelectual / Jorge Dubatti


“La poesía entendida como una manera de organizar la realidad, no de representarla”. De acuerdo con este texto de Alberto Girri (Envíos, 1967, incluido en su Poesía completa, 1977, tomo I), la poíesis organiza el mundo. Nada menos.

El teatro está lejos de ser, entonces, mero “museo de la representación” o “mercantilización de la nostalgia” o “reservorio de un legado pasado” (Ponnuswami, 2002 : 603-607). Posee una vitalidad renovada, resignificada. No se vincula sólo al pasado: por el contrario, algunas obras parecen acontecer en el futuro, como teatro-oráculo, teatro-esfinge que habla de lo porvenir y fascina como paradójica presencia del futuro en el presente.

El teatro sabe: tiene saberes específicos -técnicos, metafóricos, metafísicos, terapéuticos, sociales, políticos-, sólo accesibles en términos teatrales. Saberes necesarios. Verdades “subjetivas” para la existencia. Los artistas teatrales poseen un pensamiento específico sobre esos saberes, hasta hoy desatendido. Nadie considera a los teatristas intelectuales. Sin embargo, hay muchos intelectuales que no son artistas, pero no hay artista que no sea intelectual. Los teatristas son intelectuales, porque el artista es un intelectual específico. A la vez semejante y diferente del resto de los intelectuales. El artista piensa todo el tiempo. El artista piensa a través de los mundos poéticos. Por eso Umberto Eco dice que toda creación artística opera como una metáfora epistemológica: la metáfora piensa. El artista piensa los mundos poéticos. Auto-analiza los objetos que produce –mientras los produce o luego de producirlos-, así como las prácticas, sus fundamentos, su política. Descubre así iluminaciones profanas (de acuerdo al sentido que Walter Benjamín otorga a esta expresión), un tipo de saber que sólo es perceptible bajo la condensación formal y semántica de la imagen poética, y cuya condición de existencia y acceso es sólo a través de lo artístico. El artista piensa para crear los mundos poéticos. Piensa antes de crear, teoriza, investiga, reflexiona antes e independientemente de la creación.

Cómo explicar, de lo contrario, el auge del arte conceptual en las últimas décadas. El artista piensa más allá de los mundos poéticos. El artista es también hombre cívico, y como tal, realiza paralelamente actividad política, a veces militancia. Relación entre actividad artística y actividad cívica: superposición o fusión, disyunción u oposición o alteridad, yuxtaposición, multiplicación, superación crítica. Pensar la vida cívica desde el arte y el arte desde la vida cívica.

El artista como intelectual político dentro de la esfera del arte y dentro de la esfera cívica. El intelectual, dice E. Said, es quien le dice la verdad al poder. La verdad del arte y la verdad cívica. De todas sus formas de ejercer el pensamiento, el artista genera discursos: expositivo, analítico, argumentativo, narrativo, descriptivo y directivo. Casos: El teatro y su doble (Artaud), El espacio vacío(Brook), Hacia un teatro pobre (Grotowski), Teatro del oprimido y otras poéticas políticas (Boal),Micropolítica de la resistencia (Pavlovsky), Cancha con niebla (Bartís), Escritos (Kartun), Procedimientos(Spregelburd), Juego y compromiso (Daulte), Automandamientos, Las máquinas poéticas (Veronese). Del aforismo al tratado, de la nota breve al ensayo extenso.

Pero si el artista no escribe, también piensa: habla, o sólo rumia. Intelectual silencioso, de palabra interna. Negar al artista como intelectual es no sólo desconocer la historia, es asumir la operación ideológica de la dictadura y también del neoliberalismo:vaciar el arte de sus políticas. Aceptar que el teatrista es un intelectual implica concebir el teatro como cantera de pensamiento y experiencia, como campo de subjetividad habitable e indagable en sus afirmaciones.

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