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22 agosto 2011

Manifiesto Infrarrealista / Por un arte de vitalidad sin límites


He estado subiendo algunas frases de éste manifiesto a mi muro de FB. Aqui lo pongo completo. Es el manifiesto escrito por José Vicente Anaya.


Belleza y arte
La belleza construida en el presente con justificaciones seniles ha nacido irremediablemente muerta, y se encuentra en un ambiente de farándula burguesa que la convierte en un objeto meramente suntuario.

Esa belleza se ha asfixiado entre sus numerosos adornos: extensas disertaciones sobre la pureza de las formas, teorías sobre el color o las palabras “buenas” y “malas” que nada tienen que ver con el ser humano, innumerable panegíricos para los artistas vacuos, ediciones de poesía limitada con la firma del autor en cada ejemplar, cultismo confuso con información tan libresca que las computadores se mueren de envidia.

Y con la muerte de esa señora, toda producción de seudoarte cómplice ha sido afectada. Nunca se habían dado tantos artistas y críticos cuya cobardía clama por el viejo tiempo del presente, y que se arrojan desesperadamente sobre la calavera de la belleza para darle algunos toques de maquillaje, cuya supuesta calidad es atestiguada por los tenebrosos cubículos de las academias, o le cuelgan algunos artefactos de la joyería Morlock...


Tomando en cuenta lo antes dicho, nosotros nos negamos seguir el juego institucional de la “CUL —¿cul no es un prefijo de origen francés?— TURA” que implica la teoría y práctica de los grupúsculos academicistas y sectas reduccionistas que bregan en el poder editorial y que con sus esquemas se vanaglorian de una absoluta corrección sobre lo que “la belleza debe ser”.

Y nosotros no decimos que “la belleza debe ser” sino que LA BELLEZA ES, EXISTE EN EL PRESENTE, está en la vida misma sin restricciones, sin esquemas apriorísticos, sin límites, y por todo esto, INDEPENDIENTE de las instituciones y fuera de los consejos vejestorios y epígonos anatematizantes.

Situación presente.
Esta es la gravedad de nuestro siglo: LA GENTE ESTÁ ENFERMA DE CORDURA Y SENSATEZ.
Todos los conformistas sufren de cordura y sensatez.
La cordura y la sensatez destruyen la imaginación del ser humano y lo reducen a un plano objetual en el que permanece cotidianamente reproduciendo una vida miserable; el individuo es aplastado por su propia impotencia y conformismo para hacer nada:

—los hambrientos dejan pasar el pan frente a sus narices;
—los artistas piensan que el arte se termina cuando los publican o exponen sus obras;
—los amantes se niegan a aventurarse buscando nuevas respuestas al amor;
—los “pensadores” se dedican todo el tiempo a buscar epítetos con los cuales denigrarar sus detractores;
—las corrientes políticas se consideran “Demiurgos” con sus teorías inmediatistas, apráxicas, ante la realidad social;
—y un millón-por-segundo de etcéteras más.

Nuestros contemporáneos en los tiempos que corren se tratan como seres cosificados. Los individuos se abandonan a una autocomplacencia pasiva buscando una tranquilidad que nunca existirá, siendo que el ser humano siempre será el producto de luchas internalizadas e históricas que engloban a toda la sociedad... La mayoría de la gente se refugia en la ideologización y se abandonan a quienes les quitan lo más preciado que tiene el individuo: SU HUMANIDAD... Sólo asumiéndose a sí mismos es que los individuos pueden romper en la práctica a todo sistema manipulador que trate de “regularles” la vida. Todo ser humano que se estime a sí mismo se opondrá a todo control externo, venga de donde venga: religión, “ciencia”, partido político, Estado, psiquiatría, psicología, psicoanálisis, etc.

Los individuos que reducen la vida a su propia simplicidad y pragmatismo no ven más allá de las paredes artificiales que ellos mismos han levantado, este es uno de los modos en que la imaginación creativa es asesinada, sin considerar que esa imaginación es otra prerrogativa de la humanidad de la persona. Por todo lo dicho, los artistas sin límites son necesarios en los tiempos de miseria como el presente.

DEBEMOS ROMPER TODOS NUESTROS NERVIOS porque ya están desgastados, totalmente inservibles, insensibles, y sólo nos mantienen en una situación degradante en la que todos nuestros actos pierden el sentido delo humano.

EL REINO DE LA FELICIDAD ESTÁ AQUÍ Y AHORA en todo individuo que realiza una praxis humana en la que se reconoce sujeto/objeto, masculino/femenino, negativo/positivo, bueno/malo; praxis en la que ama y lucha, donde crearse a sí mismo significa hacerse y deshacerse en una esencia vital...

Tenemos que actuar en todos los frentes posibles e imposibles de la vida humana. TODA REDENCIÓN ABSOLUTA E HIPOSTASIADA ES FALSA.

Infrarrealismo e infrarrealistas
El infrarrealismo es la espontánea e inesperada aparición de la clave determinante que asalta y destruye todas las reglas que constriñen y retrasan al ser humano y sus manifestaciones. Así, el infrarrealismo es la contingencia que lidia con los significados y cambios que nunca pueden ser previstos por el racionalismo ni siquiera con la ayuda de toneladas de equipos de precisión. El infrarrealismo está aquí, todo lo penetra y viaja en el vehículo de lo inmediato.


Para ser infrarrealista hay que vivir desde ahora en las galaxias de los hoyos negros lo que significa estar en la vida misma que se comporta y expresa como esas galaxias, donde lo extraordinario sucede cotidianamente, lo imposible es posible y los actos inciden en maravillas inesperadas. Esas galaxias son vistas por los ojos que captan los asombros, son tocadas por las manos que captan delicias y deleitan desplazándose por las texturas vivas de los cuerpos humanos; son vivibles por los movimientos que luchan por la libertad, son una danza en las estrellas; son percibidas por el coraje de vivir, cueste lo que cueste, cada instante auténticamente; se encuentran en todos los combates individuales y sociales que crean las metamorfosis de la vida humana; se oyen en todas las voces, músicas, gruñidos, canciones, sonidos que se configuran en los caminos de las almas anhelantes; son alucinadas en las mentes verdaderas que penetran lo impenetrable con el arte. Quienes las buscan, entran en esas galaxias; el nombre inmediato con el que son designadas no es importante, puesto que dichos nombres son sólo las múltiples formas de nombrar la HUMANIZACIÓN que hacen del individuo un ser completo.


—El infrarrealismo es la multitud de cuerdas que ayudaron a derribar estatuas de opresores como el zar Pedro o Stalin..


—El infrarrealismo es la pistola de Sergei Esenine cuyos disparos recitaron su poema para los Estados Unidos.

—El infrarrealismo es una mandarina cuya cáscara es pelada con los dientes mientras se sigue saboreando.

—Gerard de Nerval es infrarrealista caminando por las calles de París mientras jala con un cordón una langosta.

—Un acto infrarrealista es don Quijote de la Mancha derribando al farsante Caballero de los Espejos.

—El infrarrealismo canta y gruñe, tiene miedo y es valiente, ama y odia, atina y desatina, gana y pierde, se compone y se descompone, se aflige y se serena, ríe y llora, aprueba y desaprueba, pero siempre se conmueve con sus contradicciones, para bien o para mal.

—El infrarrealismo no tiene acciones en fábricas ni en instituciones bancarias y, por lo mismo, no se acongoja cuando los obreros hacen huelga o los bancos son asaltados.

—El infrarrealismo ama sin reservas y no cree en el matrimonio. Le gusta ser aventurero en todo y piensa que las cosas no están hechas sino haciéndose (incluso piensa que muchas cosas están malhechas).

—El infrarrealismo se burla de las alternativas capitalistas que siempre son: “¿coca-cola o pepsi-cola?”

—El infrarrealismo le saca la lengua a la etiqueta, se muere de risa en las conferencias de los letrados, respira al aire libre y no tiene mamá ni papá y es andrógino.

—El infrarrealismo piensa que el llamado “oficio de escritor” es una invención de los literatos que han querido vivir confortablemente del arte, lo que significa un indecoroso comercio de la vida.

—El infrarrealismo es epicúreo, sodomita, hereclitiano, hedonista, narcisista, kantiano, hegeliano, marxista, anarquista, metafísico, patafísico, utópico, existencialista; simultáneamente todo esto y nada a la vez; pero rechaza la reproducción de sectas de il corpore fascista.

—El infrarrealismo no es secta de ningún tipo, no distribuye membresías ni boletos y no elige a sus miembros por ningún mecanismo de mayorías ni de minorías porque para ser infrarrealista basta con ser infrarrealista.

—El grupo de los poetas infrarrealistas no tiene estatutos ni reglas de conducta, puesto que formamos un grupo nogrupo.

—Para el infrarrealismo más vale lamentar que prevenir.

EL INFRARREALISMO EXISTE Y NO EXISTE

José Vicente Anaya

19 agosto 2011

Las paradojas del arte político / Jaques Ranciére



En el teatro todo mundo se besa y todo mundo es adorable.
Salman Rushdie


Pasado el tiempo de la denuncia del paradigma modernista y del escepticismo dominante en cuanto a los poderes subversivos del arte, se ve nuevamente afirmada, aquí y allá, su vocación de responder a las formas de la dominación económica, estatal e ideológica. Pero también se ve esta vocación reafirmada adoptar formas divergentes, incluso contradictorias.

Algunos artistas transforman en estatuas monumentales los íconos mediáticos y publicitarios para hacernos tomar conciencia del poder de esos íconos sobre nuestra percepción, otros entierran silenciosamente monumentos invisibles dedicados a los horrores del siglo; los unos se atienen a mostrarnos los “sesgos” de la representación dominante de las identidades subalternas, otros nos proponen afinar nuestra mirada ante imágenes de personajes de identidad flotante o indescifrable; algunos artistas hacen las banderas y las máscaras de los manifestantes que se alzan contra el poder mundializado, otros se introducen, bajo identidades falsas, en las reuniones de los grandes de este mundo o en sus redes de información y de comunicación; algunos hacen de los museos la demostración de nuevas máquinas ecológicas, otros colocan en los suburbios en dificultades, pequeñas piedras o discretos signos de neón destinados a crear un medio ambiente nuevo, detonando nuevas relaciones sociales; uno traslada a los barrios desheredados las obras maestras de un museo, otros llenan las salas de los museos con deshechos que dejan sus visitantes; uno les paga a trabajadores inmigrantes para que demuestren, cavando sus propias tumbas, la violencia del sistema salarial, otra se hace cajera de supermercado para comprometer el arte en una práctica de restauración de los lazos sociales.

La voluntad de re-politizar el arte se manifiesta así en estrategias y prácticas muy diversas. Esta diversidad no traduce solamente la variedad de los medios escogidos para alcanzar el mismo fin. Testimonia además una incertidumbre más fundamental sobre el fin perseguido y sobre la configuración misma del terreno, sobre lo que la política es y sobre lo que hace el arte.

Sin embargo estas prácticas divergentes tienen un punto en común: dan generalmente por sentado un cierto modelo de eficacia: se supone que el arte es político porque muestra los estigmas de la dominación, o bien porque pone en ridículo los íconos reinantes, o incluso porque sale de los lugares que le son propios para transformarse en práctica social.

En el término de todo un siglo de supuesta crítica de la tradición mimética, es preciso constatar que esa tradición continúa siendo dominante hasta en las formas que se pretenden artística y políticamente subversivas.

Se supone que el arte nos mueve a la indignación al mostrarnos cosas indignantes, que nos moviliza por el hecho por el hecho de moverse fuera del museo y que nos transforma en opositores al sistema dominante al negarse a sí misma como elemento de ese sistema.

La “política del arte” se ve marcada así por una extraña esquizofrenia. Artistas y críticos nos invitan a situar el pensamiento y las prácticas del arte en un contexto siempre nuevo. De buena gana nos dicen que las estrategias artísticas han de ser enteramente re-pensadas en el contexto del capitalismo tardío, de la globalización, del trabajo post-fordista, de la comunicación informática o de la imagen digital. Pero continúan validando masivamente modelos de eficacia del arte que han sido estremecidos tal vez un siglo o dos antes de todas estas novedades.

(…) En la Europa del siglo XVIII se suponía que la escena teatral clásica era un espejo de aumento en el que los espectadores eran invitados a ver, bajo las formas de la ficción, los comportamientos de los hombres, sus vicios, sus virtudes. El teatro proponía lógicas de situaciones a reconocer para orientarse en el mundo y modelos de pensamiento y de acción a imitar o a evitar. El Tartufo de Molieré enseña a reconocer y odiar a los hipócritas, el Mahoma de Voltaire o Nathan el Sabio de Gotthold Lessing, a evitar el fanatismo y amar la tolerancia.

Esta vocación edificante está aparentemente lejos de nuestras maneras de pensar y de sentir. Y sin embargo la lógica causal que la subtiende sigue siéndonos muy próxima. De acuerdo con ésta lógica, lo que vemos, sobre un escenario del teatro, pero también en una exposición fotográfica o en una instalación son los signos sensibles de un cierto estado dispuestos por la voluntad de un autor.

Reconocer esos signos es involucrarse en una cierta lectura de nuestro mundo. Y esta lectura engendra un sentimiento de proximidad o de distancia que nos empuja a intervenir en la situación así significada, de la manera anhelada por el autor. Llamemos a esto el modelo pedagógico de la eficacia del arte. Por lo demás éste modelo fue cuestionado ya en la década de 1760: (Carta sobre los espectáculos, de Rousseau). La denuncia que se halla en el corazón de ese texto: la de la pretendida lección de moral de El misántropo, de Moliere. Más allá del proceso a las intenciones de un autor, su crítica indicaba algo más fundamental: la ruptura de la línea recta supuesta por el modelo representativo entre la performance de los cuerpos teatrales, su sentido y su efecto.

(…) El problema reside en la fórmula misma, en el presupuesto de un continuum sensible entre la producción de las imágenes, gestos o palabras y la percepción de una situación que involucra los pensamientos, sentimientos y acciones de los espectadores. No es de asombrarse que el teatro haya sido el primero en ver en crisis, hace más de dos siglos, a un modelo en el que todavía muchos plásticos creen o fingen creer: es que se trata del lugar en el que se exponen al desnudo los presupuestos y las contradicciones que orientan una cierta idea de la eficacia del arte.

¿Cómo podría desenmascarar el teatro a los hipócritas si la ley que le rige es la que gobierna el comportamiento de los hipócritas: la puesta en escena, a través de cuerpos vivientes, de los signos de pensamientos y sentimientos que no son los suyos?

(Fragmento)

El espectador emancipado, Bordes Mantantial, ed. 2010.

10 agosto 2011

Ni el último, ni el primero


No soy el impactante Aníbal, ni el prominente Esteban.
No engarzo las joyas con tanta exactitud como Palermo,
ni se enjugar tus lágrimas con margaritas.

No tengo la destreza de Animandro, ni la fuerza de Averroes.
No llego a esteta o comediante, ni me se decir hombre de letras.
Más estoy enamorado, y eso, debería ser suficiente.