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25 agosto 2012

Otras instrucciones para llorar

Damián: A veces me despierto con ganas de llorar pero no hay razón alguna para hacerlo. Creo que eso es normal viviendo en un mundo como el nuestro, pero no, ni siquiera en este mundo uno se despierta con ganas de llorar sobre todo si no hay razón para ello.

Cuando eso sucede no hay nadie para consolarme y entonces viene ese sentimiento de que a nadie le importo. Eso es un engaño de mi mente para hacerme pensar que a nadie le importo. Pero en realidad a mi lado no hay nadie para consolarme. En esos días me digo y me repito que ya estoy grande, que debo levantarme de la cama y tomar el camino que conduce a la regadera, debo bañarme con determinación y continuar en esa tónica durante el día, debo vestir adecuadamente ya que no hay razón alguna para que no lo haga. Debo hacer exactamente todo lo contrario a lo que me dicta el cuerpo. Mi cuerpo me dice: quédate en la cama y continúa llorando hasta que se agote… que se agote algo, tal vez las lágrimas.

Si lloramos lo suficiente tal vez algún día ya no queden lágrimas. No me imagino alguien a quien ya no le queden lágrimas. ¿Cómo llorar? Debe ser terrible llegar a ese momento en el que se han agotado las lágrimas. Imagino que a veces, cuando lloramos es que debe haber alguna razón para ello, aunque lo ignoremos. Además, si lloramos sin razón y agotamos las lágrimas, que será de nosotros cuando de veras haya motivos suficientes para llorar y ya no quede llanto. Debe ser terrible llegar a ese día. Supongo que cualquiera que llegue prematuramente a ese caso, no importa la edad que tenga, envejece de inmediato.

Por eso no hay que malgastar las lágrimas, hay que llorar únicamente cuando las cosas valen la pena. Llorar por la humanidad, así en abstracto, por ejemplo, no es una buena idea, es decir no es una manera inteligente de invertir las lágrimas. El llanto hay que ocuparlo en algo de provecho. Por ejemplo, al estar frente a una obra, ahí sí, para que vean. Si algo nos conmueve, no sé, digamos la imagen de una mujer que busca a su hijo en medio de la guerra y lo encuentra muerto o no lo encuentra, es decir, si existe el sentimiento de impotencia llorar es recomendable.

Yo me he sorprendido llorando en varias ocasiones sin razón alguna. La primera vez que me di cuenta de un llanto inexplicable venía yo sentado en un camión urbano, era una mañana soleada y la noche anterior no había podido conciliar el sueño. Esto es importante recalcarlo, porque puede ser más adelante un elemento de juicio para saber de dónde provienen los llantos inexplicables, quiero decir que tal vez tengan una explicación. Esa mañana yo no había dormido y podía ver a la gente de otra manera, bajo otra perspectiva, la imagen era nítida, los transeúntes de las calles, invariablemente, sin importar el sexo o la edad, sin importar la condición social, tenían la mirada vacía. Es decir, su mirada era exactamente igual en todos ellos. Ninguno veía. Y no quiero decir que estaban ciegos, no al menos de los ojos. Ellos veían, caminaban sin tropezarse, respetaban los señalamientos y los horarios de oficina y de los establecimientos, caminaban con prisa, todos, invariablemente, pero su mirada estaba absorta en algo inexistente, no se qué.

Esa fue la primera vez que lloré sin razón alguna, así en medio de la calle. Tal vez no me dio vergüenza porque nadie me veía. Otras veces he llorado frente a la pantalla de la computadora o en los cines. Los cines son un buen lugar para llorar sin importar lo que se vea, pero es aconsejable no llorar en las películas de acción, se nota mucho. Algunas veces lloro porque me doy cuenta de que el tiempo sólo es presente. Yo no lloro porque me sienta sólo, pero únicamente cuando estoy solo lloro. Sólo una vez he llorado frente a alguien, no lo pude evitar, estaba demasiado cansado para retener el llanto y lo dejé salir, ella me tomó en sus brazos y entonces comprendí que uno también llora para que lo abracen.

Es bueno llorar, yo lo recomiendo, pero hay que ser cuidadoso con los motivos. Algunas personas lloran por ejemplo por algún capricho, cuando uno llora por un capricho uno emula el llanto de un niño, vuelve a su infancia. Si van a llorar por algún capricho recuerden un juguete que hayan deseado mucho y que no hayan podido tener. O algo que les haya sido arrebatado.

Llorar es curativo, por eso cuando uno se golpea muy fuerte, llora. Para sanar heridas y para despedirse. Para ser convincentes en algunos argumentos. Para lograr cosas en la vida es bueno a veces recurrir al llanto. He sabido de gente que puede llegar hasta las lágrimas por un rechazo. El llanto está hecho para la autocomplacencia. Por ello también recomiendo llorar en una posición cómoda. Llorar de pie afecta la circulación de las lágrimas. Sentado las inhibe. Si de verdad queremos llorar sin restricciones, lo mejor y más cómodo es acostarse. Usted puede acomodarse en cualquier posición aunque la más cómoda es la posición fetal, de preferencia contra una esquina, así.

Damián se acomoda en posición fetal, en una esquina y se echa a llorar.

14 agosto 2012

¿Qué dice Sara?

Desde Colombia y ambientada en los años 70 y 80, Sara dice es una comedia escrita y dirigida por Fabio Rubiano Orjuela, quien junto a Marcela Valencia fundaron el teatro Petra en 1985.

La obra plantea una sociedad en la que el asesinato es una práctica institucionalizada. Cada 100 días dos familias deben elegir por votación a uno de sus miembros para ser “víctima” o “ejecutor”. Dentro de este planteamiento la obra crea situaciones inverosímiles para contarnos una historia absurda y violenta.

Los personajes de la obra son exagerados, así como las situaciones en las que se rompe toda lógica realista para subrayar rasgos sexuales y cómicos que provocan risa en los espectadores, pero que en muchos casos se nos antojan gratuitos.

La dramaturgia es un esperpento, convenimos, por los rasgos grotescos y su deformación de la realidad, pero parece entretenerse demasiado en presentarnos situaciones chuscas sin ir al fondo del asunto que es la vida de Sara y de su familia. Después de media hora, un poco más, un poco menos, la obra empieza a centrarse en el meollo del asunto y el caso específico de Sara, quien es miembro de una familia de cinco hermanos, además de ser su sostén económico y a la que sin embargo elegirán para ser sacrificada.

No encontramos en los personajes un peso dramático específico, ni tampoco algún guiño que nos hiciera vernos reflejados en ellos. Las situaciones son absurdas hasta el hartazgo, y provocan risa, pero hasta ahí.

Sara dice dibuja una sociedad tomada por la locura, en la que el amor, la compasión y toda humanidad es deformada para presentarnos una caricatura de la realidad. El planteamiento es interesante, pero nos hemos sentidos bastante distanciados de este trabajo, que no ha terminado por cuajar del todo en su dramaturgia.

10 agosto 2012

México rebelde

La obra Rumor del incendio, del grupo Lagartijas tiradas al sol, reconstruye la vida de Margarita Urías Hermosillo, mujer nacida en 1944 en la ciudad de Chihuahua, que participó en uno de los movimientos guerrilleros surgidos en México en la década de los 50. El trabajo es presentado a manera de documental en un escenario poblado por mesas, maquetas y una pantalla al fondo.

La obra conecta la vida de Margarita con los grupos de guerrilla mexicanos de la segunda década del siglo XX. La investigación que realizó el grupo ha sido ejemplar, así como el trabajo de Luisa Pardo, Gabino Rodríguez y Francisco Barreiro con ayuda de maquetas y soldaditos de plástico proyectados sobre una pantalla, o usando máscaras de represores y expresidentes como Gustavo Díaz Ordaz o José López Portillo, recrean la historia reciente de México, llena de desaparecidos, secuestros y torturas. Al mismo tiempo recordamos la vida de Margartia Urías, su retiro de los movimientos armados, su paso por la universidad y sus andanzas en todo México, hasta convertirse en historiadora.

La obra privilegia la denuncia pero deja hablar a la información que la sostiene, cartas, videograbaciones, documentos. Repasa la historia de grupos de campesinos o maestros que decidieron dejarlo todo para irse a la lucha armada. Los actores transitan en varios roles, son narradores y personajes, la obra es seria y salvo una escena de tortura, no hay recreación de la violencia física.

El origen de la guerrilla en México, antes que la ideología marxista, es la auto defensa de los ataques o abusos de poder. Lucio Cabañas, Genaro Vázquez y muchos otros nombres pueblan la historia de una guerra de la que casi no se habla, pero que existió y que gracias al cabal trabajo de Lagartijas tiradas al sol, podemos conocer.

Este documental escénico forma parte de una trilogía llamada Rebeldía; acompañan al documental escénico un blog llamado Rumor del oleaje al que subieron los documentos de su investigación, y el libro, El rumor del momento. El diseño escenográfico es de Juan Leduc y el video de Yulene Olaizola y se ha presentado en importantes festivales como el Festival Escena Contemporánea, Madrid 2012, el Foro Re/Posiciones, Kunstenfestivaldesarts, Bruselas, entre otros.

09 agosto 2012

Los iluminados

"Entrañable el trabajo de ese hombre sobre el escenario”, fueron las palabras de la maestra Coral Aguirre, al final de la función de Los iluminados, para referirse al trabajo de Alejandro Orlando, quien interpretaba a Carlucho, un hombre con el mal de parkinson, y cuya interpretación conmovió no sólo a Coral Aguirre, sino a todo el público asistente que aplaudió de pie al final de la función, la noche del miércoles en el escenario del Teatro Convex.

Hernán Sevilla y Alejandro Orlando como Ronco y Carlucho respectivamente, se brindan sobre el escenario y nos regalan una interpretación conmovedora en una obra sobre la amistad, los sueños y la condición humana. Los iluminados es dirigida por Cheté Cavagliotto, directora con una vasta trayectoria en ópera, teatro y espectáculos en espacios no convencionales.

Dos hombres encerrados en un espacio ambiguo, pero que podría ser un asilo, una cárcel o un manicomnio, esperan, como los personajes de Esperando a Godot, a una persona que vendrá por ellos, pero esperan en vano; aunque diferencia de Didí y Gogó, es la lucidez lo que caracteriza sus diálogos, en los que debaten sobre el aislamiento y la esperanza de salir y enfrentarse al mundo.

La obra nos muestra a un Carlucho ingenuo, pero su fe, quizás infantil, es la única motivación que encuentra para pararse de la cama cada día. Ronco en cambio es racional, pensante. Podríamos decir que la obra transcurre mientras matan el tiempo. Los iluminados es una obra donde la fragilidad humana se deja traslucir a través de los diálogos sobre la amistad, los sueños y el deseo de libertad.

El final de la obra es cautivador y abierto, da lugar a varias interpretaciones en las que Coral y yo nos intentábamos poner de acuerdo. Al final convenimos en una solución satisfactoria para ambos.

La obra presenta una construcción sencilla que es de agradecerse ya que logra lo que todo espectador le pide al teatro, que lo toquen en las fibras más sensibles a través de mecanismos sencillos y humanos. Los iluminados es la segunda parte de La trilogía del fin del mundo, de Alejandro Orlando y ganó el Premio Nacional de Dramaturgia en 2002 de la Asociación Argentina de Autores.

08 agosto 2012

En el campo

Otra de las obras invitadas desde Argentina que se presentó ayer en el Teatro del Centro de las Artes, es En el campo, obra del dramaturgo inglés Martin Crimp, perteneciente al Movimiento In Yer Face , grupo al que pertenecieron algunos dramaturgos emergentes en la década de los 90s, como la desaparecida Sarah Kane.

Cristián Drut es un joven director argentino que se caracteriza por montar obras de autores europeos; ya ha trabajado con textos de Sarah Kane, Jean-Luc Lagarce y Jan Fabré, por mencionar algunos.

Ante un auditorio que casi llenó el teatro, vimos una escenografía sobria que ocupaba sólo la parte delantera del escenario, y a tres actores, Carolina Tejeda, Cecilia Czornogas e Ignacio Rodrígez de Anca, cuyo trabajo está centrado en la palabra, frases contenidas pero llenas de emociones encontradas. El montaje despliega ante nosotros un mundo de relaciones humanas sombrías.

Corinne y Richard son una pareja que ha escapado de la ciudad para instalarse en una casa de campo e iniciar una nueva vida junto a sus dos pequeños hijos. Sin embargo una noche, Richard recoge a una mujer (Rebeca), la ha encontrado inconsciente en medio de un camino y la lleva hasta su casa. Este acontecimiento desencadena una serie de situaciones tensas y confrontaciones por medio de diálogos ríspidos y sarcásticos. Richard es médico y le ha dicho a Corinne que era su responsabilidad recoger a esa mujer y ayudarla, sin embargo sus respuestas elusivas hacen que dudemos de lo que dice. ¿Quién es esa chica misteriosa? , y ¿quién es ese otro personaje, Morris, nombrando todo el tiempo y que nunca aparece en escena, qué papel juega él en todo esto?

En el campo nos presenta la historia de un triangulo amoroso, pero es más que esto, asistimos también a la mirada sobre un mundo en el que los personajes no experimentan amor o alegría. Una obra de mucha contención, pero fuerte. Los diálogos sobrepuestos y las constantes interrupciones nos hacen pensar en relaciones caóticas en las que detrás de las palabras está el desamor, la infelicidad y la caída irremediable.

07 agosto 2012

Genet y la crisis

Un accidente llevó a Pablo Messiez, dramaturgo y director de teatro argentino, radicado en España, al texto Las criadas de Jean Genet; al leerlo supo que, aunque empolvado por ser de otra época, la intensidad del texto podía reflejar la crisis que aqueja a España.

Para nosotros quizá suene un tanto común la palabra “crisis”. En muchos países de América Latina, incluidos por supuesto México y Argentina, hemos vivido con crisis durante toda nuestra vida, los españoles no. Las relaciones de poder suelen acrecentarse durante una crisis, dominados y dominantes en esta situación excepcional subrayan su natural odio recíproco. En este contexto aparece la revisión de Las criadas de Jean Genet, una obra potente, cargada de violencia, cuyo trasfondo psicológico es la insatisfacción y cuyo canal expresivo es la denuncia.

Dos criadas, Solange y Clara, saben que son despreciadas por su patrona, La señora. “Su vida, sus vestidos, son nuestra vergüenza”, dice Solange, interpretada por Fernanda Orazi, quien al lado de Bárbara Lennie, en el papel de Clara, nos regalan una interpretación vertiginosa y cargada de emociones, que quizá le deba mucho a la naturaleza del texto, que como dijo la propia Fernanda Orazi en entrevista con RTVE, “es muy intenso y muy de decirlo todo, como alguien que escupe en vez de hablar. Tiene ese aspecto vomitivo en el que llena de imágenes el asco y el desprecio”.

Llama la atención el hecho de que las dos hermanas tengan un acento distinto (argentino y español), como parte del juego de la obra, y que el papel de la señora sea interpretado por un hombre, Tomás Pozzi, cuyo trabajo habría que calificar de hallazgo, en primer lugar porque nos hace creer que es una mujer, a pesar de que va ataviado con un vestido por el que asoma el vello de su pecho, y que cepilla una calvicie; y en segundo lugar porque su registro está a muchos kilómetros de distancia del de sus compañeras. Al contrario de ellas él va a lo exagerado, haciéndonos pensar en un trabajo distanciado y hasta cierto punto cómico, sin embargo dibuja con maestría la caricatura de una mujer hipócrita y decadente. En algún momento es imposible no ver a Solange y a Clara como dos migrantes latinoamericanas siendo humilladas por una vieja mujer europea.

Cuando la señora de la casa se ausenta, las criadas juegan a tomar su lugar, se ponen sus vestidos, se sientan frente a su espejo y usan su maquillaje. Todo esto, mientras realizan las tareas domésticas que odian, pero a las que están obligadas por su condición social. Además planean su asesinato.

Con pocos recursos escenográficos y subrayando el peso que tienen los objetos sobre el escenario, además de las grandes interpretaciones que nos brindan los tres actores, podemos afirmar que Las criadas es uno de los platos fuertes de este festival de teatro, ya que no sólo propone sus propias convenciones teatrales, sino que además expresa con maestría el malestar de quienes se saben despreciados.

Hoy se presenta en el escenario del Teatro de la Ciudad a las 19:00 hrs. No se la pierdan.

05 agosto 2012

Yo también quiero a Marilyn

¿Qué pasaría si Marilyn Monroe estuviese viva y además tuviera ganas de seguir cantando?

La noche del sábado asistí, junto con mi novia, a la obra Mi Marilyn Monroe, una entrañable historia contada por dos grandes artistas chilenos, el director y escritor Alejandro Goic, y la primera actriz, Carmen Barros. El dato de que asistí con mi novia no es menor, ya que ella no suele ir al teatro, dice que le aburre; la verdad es que ha tenido mala suerte, y aunque pocos, ha visto trabajos muy herméticos (que sólo entienden los que los hacen, quiero creer). Por eso ella es reticente cuando de ir al teatro se trata, a veces yo también. Sin embargo la experiencia de anoche fue fantástica.

Llegamos un poco tarde, a menos de diez minutos de que diera inicio la obra. Para entonces el Teatro del Centro de las Artes estaba abarrotado, así que tuvimos que chutarnos la función desde el segundo piso de butacas. Nada de esto nos privó de una experiencia inolvidable.

El planteamiento es el siguiente: Marilyn Monroe no ha muerto, sigue viva, y a sus ochenta y pico de años, recordará algunos de los momentos más célebres de su historia.

Carmen Barros, una legendaria figura del teatro y la ópera chilenos, en un derroche de recursos vocales y escénicos, interpreta a una Marilyn Monroe, capaz de hablar con toda libertad sobre su pasado. Mientras sus vestidos más bellos están siendo subastados, Marilyn recuerda momentos de su vida que llevarán al espectador a un viaje a través del tiempo en un espectáculo lleno de nostalgia, música de jazz, piezas operísticas, y rockanroll; todas las piezas ejecutadas por la cantante y primera actriz chilena, Carmen Barros, cuya magia vocal atrapa al espectador desde las primeras notas.

Monroe dialoga con los espectadores con un humor picante, muy latinoamericano. Al mismo tiempo una colección de imágenes y videos son desplegados en una pantalla que dota al escenario de un tinte cinematográfico, y por la cual desfilan figuras como Frank Sinatra, Elvis Presley o el propio Che Güevara. Carmen Barros interviene en tiempo real las proyecciones para acompañar las canciones, que muchas veces terminará interpretando de manera magistral, ella sola.

En algunas ocasiones Marilyn interactúa con una voz en off que la entrevista y la lleva a recordar algunas de sus más entrañables amistades como Ella Fitzgerald o Truman Capote, o a sus maridos, el beisbolista Joe DiMaggio y el dramaturgo Henry Miller.

La obra guarda momentos de gran belleza y de mucho impacto visual que es mejor reservar para quien asista.

Al terminar la obra vi una sonrisa dibujarse en el rostro de mi novia, y no me hizo falta preguntarle nada. Su gesto me recordó que antes que ser crítico, porque se supone que soy crítico, soy un asombrado espectador a quien a veces gusta lo que ve y a veces no. Mi juicio crítico se reduce a mi capacidad de asombro o de aburrimiento. Anoche terminé asombrado, mi novia también. Carmen Barros y su director, el también escritor Alejandro Goic, nos han regalado una noche teatral inolvidable, una mezcla de ficción, revista musical y cine.

Mi Marilyn Monroe es más que un merecido homenaje a una de las mujeres más bellas del mundo occidental durante el siglo XX, que ayer, 4 de agosto, cumplió 50 años de muerta. Inmejorable oportunidad para disfrutar éste excelente espectáculo que nos acompaña desde la hermana República de Chile, y que hoy también se presenta en el Teatro del Centro de las Artes.