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13 febrero 2020

El canto del macho cabrío

Es un atributo de los dioses renacer del sacrificio.
En el arte de la alquimia es divino el sufrimiento.
Mi corazón sangrante arranco en juramento.
Y en la bandeja pongo la tragedia a tu servicio.

Sublimando a la bestia dejaré un legado.
Una canción a la fugacidad de la existencia.
Del viejo Sátiro la danza en la conciencia.
Del arte mayor cuando está siendo forjado.

Renuncio a tu presencia.
A la imaginación que de ella emana.
Renuncio a ti, ilusión, dulzura inmerecida.
Puerta que no crucé. Puerta prohibida
Adiós espera vana.

Despojado de todos mis recursos para ser amado
Tengo que aprender a construir en otra parte ese futuro.
Esa vida mejor que merecemos y que existe en algún lado.
Ese sitio hermoso que podemos compartir, estoy seguro.


Vidal Medina
11 de febrero, 2020.























05 febrero 2020

El cubo suspendido

El cubo parlante está dictando a estas teclas articulen una sombra en ángulos perfectos

La sombra que proyecta es el reflejo gastado de las frases

Lo que ves y lo que escuchas

Habla de omisiones profundas

De palabras proyectiles que no son lanzadas pero explotan dentro

De promesas irrisorias y de estar aparte.

Yendo hacia la construcción oscura que los hombres han creado.

Siguiendo el camino con paciente obediencia, sin lanzar el grito.

Habla de que abriste puertas en tu frenesí veloz de comer del mundo lo intangible;

de que no has detenido tu camino y hay pasillos luminosos en que la gente conversa y sonríe, dicen que han abierto puertas que deberías conocer, llevan a pasillos luminosos en que la gente como ellos conversa con ellos de otras puertas y de construcciones que los hombres han creado y a pesar de la luminosidad que los ciega son oscuros.

Habla de una calle en la que estuviste parado, quizá en el centro de la acción más importante del día, pero la atención fue llamada en un extremo izquierdo, justo frente a ti, y el centro entonces, por razones que el cubo esconde, cambió de lugar secretamente.

Y dice que la realidad es la excepción de la poesía. Que es un engaño. Un mal nombre Un título erróneo. Que no es lo que creemos sino el peso insoportable de la figura geométrica perfecta de cuatro ángulos cerrados;

Y que los círculos, las repeticiones, los volver, los otra vez, están gastados de tanto no existir y repetirse en puertas abiertas que llevan a pasillos luminosos que son oscuros.

Es tan fuerte que no puedes dormir Te arrebata del cansancio.

¿Acaso crees que yo digo lo que lees?

No te engañes ni quieras abrir puertas.

Los corredores han sido tomados por partículas de recuerdos que se amontonan y se confunden con las voces que se amontonan y se confunden en tu cerebro, y son recuerdos que nunca existieron, que fueron heredados de los hombres que hicieron construcciones.

Y dice el cubo: Tengo la impresión de que no lo has dicho todo

Por eso escribo largo

Por eso retengo mi figura sobre ti Oscurezco tu camino y mi peso es la herencia de mis frases.

¿Y tú crees que yo me entrego en cada línea queriendo agotar un aliento que no me pertenece, verter la vida en pocas frases?

Es el cubo infame y suspendido que aparece entre las mesas y los besos

Y eres tú, el otro.

Es tu sueño y pesadilla. Bebes la cerveza oscura Hablas la palabra sin querer aparecer detrás de ella.

Corres entre pasillos dentro de casonas construidas de mármol Las columnas parecen ser avisos de curvaturas que llevarán al exilio y a la paz. Pero continuas buscando en los espejos que la visión cambie. Cuando ya las frases sólo son trozos y vestigios de lo que habla el cubo y que está velado

Las articulaciones ya han sido nombradas. Eres un transcriptor de la sombra que posa sobre ti.

El silencio y la omisión no te salvarán.

No llegarás a la frontera caminando, ni gritando.

Ni siquiera llegarás al monumento de piedra que se yergue al pie de una construcción de metal hecha por el hombre en un tiempo presente que tú no recuerdas.

No llegarás ni a una pregunta. Se amontonarán las imágenes y las entradas, se confundirán con los recuerdos.

Vendrán las voces nuevamente y hablarán en una mesa de estar sentados bebiendo cerveza y no decir palabra.

Hablarán de una calle antigua construida hace unas horas en la que estás parado frente al atractivo principal de tal modo que a la izquierda queda el centro en el que estás y que ahora es un extremo.

Hablarán de palabras proyectiles que han explotado dentro de ti, propiciando revoluciones sempiternas, De palabras proyectiles que no lanzaste porque no eres homicida.

Hace calor y no sabes dónde estás y esa sensación de algo que se mueve sobre ti, ese peso que supones tiene cuatro ángúlos perfectos y no sabes dónde está y por qué lo sientes; te guía hacia un camino señalado por estatuas blancas que podrían ser los interlocutores que a diario te cuentan sus historias circulares que son todas mentiras. Porque aquí no existen los círculos sino la geometría perfecta del peso que sientes sobre ti.

No quieres voltear.

Temes que haya algo suspendido justo encima de tus pasos.

Temes que sea un cubo. (Texto de Vidal Medina, inédito. 1999. "La Caja Negra"