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11 junio 2011

¿Eficacia ética o estética? / Jacques Ranciére


Por Vidal Medina

¿Qué debe perseguir un artista? ¿Debe el arte proseguir por el camino de la archi-ética, al estilo Artaud, que veía en la representación el verdadero germen del mal, o debe en cambio, como hacen muchos artistas contemporáneos, mostrar el mundo descarnado, hacer u operar una transferencia, al estilo de las instalaciones o las performances más políticas del presente siglo? Es decir, ¿debe el arte seguir operando bajo la premisa de una pedagogía: enseñar, transferir lo que el autor quiere decir a una audiencia anónima? ¿Hasta dónde el arte y sus imágenes son tolerables, o más bien en qué consiste la eficacia del arte hoy en día?

Jaques Ranciére nos coloca en medio de la paradoja:

Una fotografía tomada por el fotógrafo sudafricano Kevin Carter. La foto muestra a una niñita hambrienta que se arrastra por el suelo al borde del agotamiento, mientras que un buitre permanece detrás de ella, esperando a su presa. El destino de la imagen y del fotógrafo ilustran la ambigüedad del régimen dominante de la información. La foto le valió el premio pulitzer a aquel que había ido al desierto sudanés y había traído consigo una imagen tan sobrecogedora, tan capaz de romper el muro de indiferencia que separa al espectador occidental de esas hambrunas lejanas. También le valió una campaña de indignación: ¿no era el acto de un buitre humano, en lugar de auxiliar a la niña, haber esperado el momento de hacer la fotografía más espectacular? Incapaz de soportar esa campaña, Kevin Carter se suicidó. (Fragmento. La imagen intolerable, Jacques Ranciére, El espectador emancipado, 2010 ed.Manantial, Buenos Aires.)

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