Se nos termina el dulce y las buenas compañías
Son días en que estar solos es una encomienda
Pensamos las cosas con más calma y permitimos que el dolor se asiente
Dejar al dolor ese espacio consigo mismo para que sepa lo que es
Que transpire por la piel
Que sude
En esos días lo mejor es hablar poco
Comer poco
Beber poco
Es mejor tornarse menos ambiciosos
y abandonar las expectativas puestas en la gente
Hay días en que abandonar el mundo es la única manera de estar en él
Con sus cerros y sus nubes
Con sus personas y su eternidad
Días en que se agolpan cosas tristes en la boca
y las palabras no son sino un reflejo de las manos
que quieren imprimir con sutileza la gravedad del pecho que se quema
Hay días en que estar solos y al borde es lo que nos queda
Un adelanto del destino como un recordatorio
de ese día en el que tendremos que aceptar
que nada aquí nos pertenece
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