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17 enero 2010

Caer


Como si una voz te impusiera la orden de relajarte mientras tocas fondo.
Desprenderte de la piel que te cubre las escamas. Observar tus órbitas vacías. Avizorar tu muerte. Caer, hasta las lárgimas ahogadas en la abertura silenciosa. Caer, hasta las dentelladas crueles en el abismo de la consumición del ego. Caer, hasta tu propia tumba de esperanzas vanas, hasta la negrura omnipotente que abre sus brazos y te oprime contra el pecho,. Caer hasta la certidumbre de la nada, de la feroz contienda, de la esterilidad de todo cuanto emprendes.
Y así cayendo comprender, en la imposibilidad de detenerte, que la vida es vértigo.
Y caes bajo tu propio riesgo.

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