¿Qué es la rabia?, me pregunto. Le temo a las palabras que no comprendo. La rabia es una manifestación del corazón, una manifestación de la sangre indignada por haber sido derramada injustamente.
¿Por qué debemos solidarizarnos con los dolientes? ¿Por qué debemos contagiar y a su vez dejarnos contagiar de rabia? A mí no me han matado a nadie, y espero que eso nunca suceda; si eso pasara, si me pasara algo así, por supuesto que mi rabia sería gigantezca, y querría con ella, con mi rabia, arrancar la vida del responsable. No buscaría justicia, yo querría asesinar al asesino. Esa sería mi justicia, ese mi único perdón, esa mi rabia. Pero, y todo esto es muy en serio, ¿por qué debo contagiarme por la rabia de quienes no conozco? Muchas personas se hacen la misma pregunta. ¿Por qué hacerme cargo de una rabia que no me pertenece? La respuesta más simple es que lo haga como un gesto de solidaridad con las víctimas. Tendemos a solidarizarnos con las víctimas porque nos vemos reflejados en ellos. Lo que le pasa a las madres y familiares de desaparecidos en este país puede pasarnos a nosotros, y en nuestra comodidad, desde nuestra adorable comodidad y también nuestra imposibilidad de hacer algo real y contundente, pensamos que lo único que podemos hacer es conmovernos.
Pero además es deseable, no sólo que el personaje nos conmueva, que los dolientes nos hagan sentir su dolor, sino que lo manifestemos. Pero la verdad es que nosotros no podemos sentir su dolor, estamos ante ellos como ante un espectáculo, los vemos sufrir, pero no sufrimos juntos… La transferencia del dolor no es tan fuerte. pero la convivencia con el miedo sí.
No podemos sentir su dolor, pero lo que sí podemos hacer es unirnos a su reclamo, en coro. Es hacer nosotros el papel del coro. Seamos el coro, los hipócritas (como se llamaba en Grecia a los actores del coro), que acompañamos a los dolientes en un llanto que es conforme a la ley. Conforme a una ley humana, no escrita en papel, sino grabada en el corazón del hombre. Y a esa Ley apelamos, es en la Ley humana que nos unimos. Nuestro reclamo es legítimo, exigimos justicia porque si no hay justicia para ellos, no la habrá para ninguno. Nuestro reclamo es a coro. Perdemos nuestra individualidad para desaparecer en una colectividad que en este momento está actuando el papel de alguien desesperado. El miedo, el silencio y la impunidad en este país, han hecho su daño. Han arrancado los gritos por todas las voces silenciadas.
La rabia, la nuestra, la de quien es parte del coro y no un protagonista, es la del ciudadano que se conmueve con el doliente, que se une a su causa, porque compartimos un mismo territorio geográfico, una misma enfermedad y una conciencia: El sistema político en este país está enfermo y nos tiene enfermos. La enfermedad se manifiesta hoy en sus discursos y en nuestra rabia. Ya estamos contagiados de rabia, quiero decir, nos infundieron miedo y terror, y ahora en el corazón hay rabia, una rabia que está buscando su cura. El corazón quiere sanar, por eso es necesario escuchar lo que nos está diciendo y atenderlo.
Vidal Medina
Monterrey, NL. Octubre 2014.
#HayQueContagiarLaRabia