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12 marzo 2011

Lenguas muertas: Margarito Cuéllar

MILENIO DIARIO MONTERREY

Los escritores, los artistas en general, suelen ser mamones. Asumen un aire de perdonavidas que a la larga los convierte en caricaturas. Todos se creen genios y ombligo del mundo. Aunque no siempre su trabajo creativo está a la altura de su ego.

El traje falso es una defensa, forma de sobrevivencia en un mundo convenenciero, hipócrita y carente de valores. Fauna inofensiva que se conforma con una beca, un medio empleo, vivir al día a cambio de tiempo para crear, loquear, fantasear.

Hay sus excepciones. Los que tienen los pies en la tierra y asumen su trabajo creador como una forma de vida ni mejor ni peor. Ni modus vivendi ni soplo divino.

Desde hace años el Conarte impulsa el programa Creadores de Nuevo León en tu Municipio. La dinámica es sencilla: tres escritores leen sus textos ante alumnos de secundaria, preparatoria o escuelas técnicas; básicamente en algún Conalep o en un CECyT.

La neta, la respuesta de los chavos que apenas han leído un libro y cuya formación nada tiene que ver con el arte, sorprende por su espontaneidad y búsqueda de respuestas.

Iván Trejo, un compa poeta que mide casi dos metros; Vidal Medina, un dramaturgo chaparrito, y el que esto escribe llevamos nuestros escritos a Santiago, Santa Catarina, García, Linares, Allende, Guadalupe, Monterrey y Juárez. A otras partes la gira no llegó por cuestiones de seguridad.

Que un texto tenga éxito y reciba aplausos no garantiza calidad. Para hacer reír, cómicos y comediantes se pintan solos. Hay de aquél que se la cree. Importa que el escritor dé lo mejor de sí, no para decir que es chingón sino para darle credibilidad a la palabra. No para que los chavitos desmadrosos y despistados, obligados a estar en una lectura que cuando mucho les dará puntos en una materia, se vean en el espejo del artista como ejemplo de éxito. Sí, para que algo se les quede de lo que dicen estos locos que hablan de poesía, vocación, literatura, ideas, libros.

En la gira conocí de cerca el trabajo de mis colegas. Al final los morros terminaron por darnos una lección con sus cuestionamientos. A su manera se expresan. La pinta del Conalep Santa Catarina lo dice todo: “Kelly, estoy empelotado”. Cuando nos preguntaban cómo empezamos a escribir contestamos que como el empelotado de la barda, sólo que en libretas.

Cuando Vidal Medina leía su texto “Tengo a mi vieja encerrada en el armario”, la chaviza gritaba: “eso”. No por machismo, creo, sino porque le gusta que se les hable en su idioma. Y los escritores a veces hablamos lenguas muertas.

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