La tarea que se le impone a un artista en estos momentos es preparar al mundo para la catástrofe y hablar del amor y el respeto entre humanos.
Ante los inminentes cambios climáticos que afectarán radicalmente al mundo en los años venideros, los éxodos y la miseria, que sin duda crecerán, según estimaciones de científicos en todo el mundo(1), la tarea que se le impone a un artista es preparar al mundo para la catástrofe y hablar del amor y el respeto entre humanos.
Los cambios planetarios son inminentes, el clima de inseguridad creciente y las políticas económicas dictadas por los gobiernos sólo abonan a la catástrofe. Los discursos y medidas represoras de muchos gobiernos esconden el temor de levantamientos armados y desobediencia civil, que sin duda irán en aumento, ya que, ¿quién soportará sentado y sumiso las hambrunas, el desempleo y la marginación?, ¿la corrupción descarada de quienes manejan los recursos públicos?
Ante este clima ciertamente realista o pesimista para algunos, habrá quienes prefieran, antes que enfrentar la realidad, cerrar los ojos y seguir viviendo en un mundo espectacular, entre chismes de artistas, memes, y noticias de ficción.
Éxodos, violencia, guerra, hambrunas. El mundo se alista para entrar en una etapa de movimientos telúricos (tanto literal como metafóricamente hablando). Por cierto, he advertido en mis clases de dramaturgia y en charlas con conocidos, que hay una epidemia de sueños sobre el apocalipsis. Sin ser un antropólogo puedo aventurarme a decir que estos sueños nos revelan que el imaginario de la sociedad está encallando en esa nueva realidad.
No es casualidad que pululen las películas que hablan sobre el fin del mundo, no es casual el éxito de películas como Los juegos del hambre, y que se emprendan proyectos como Noé , que abonan al imaginario sobre el fin del mundo. (Independientemente de la calidad de estas cintas, que no es tema del presente articulo).
Ante este panorama ciertamente desolador, que plantean los científicos y al parecer el imaginario social, cuál es el papel de un artista que forma parte de una sociedad en un mundo agrietado y en plena metamorfosis?
No pretendo imponer una mirada única, pues la tarea se antoja múltiple y basta. Pero qué papel jugarán los artistas ante los problemas del hombre en este mundo convulsionado?
Hablar del respeto de la vida y el amor entre seres humanos se impone como la tarea más importante de un escritor en estos momentos, escribir, aunque parezca cursi, de las posibilidades para construir a partir de la ruinas de una sociedad, otra nueva.
Lo cierto que es que caerá la ley antigua. La ley romana será enterrada porque su tiempo ya pasó. Todos los libros de la ley, las tablas de la ley cederán su espacio para que nuevas maneras de asociarnos aparezcan.
Si hay alguna guerra que sea importante librar en estos momentos esa guerra se librará en dos frentes. Por un lado en la del hombre contra sí mismo, es decir, en la del hombre contra sus vicios, contra sus temores, contra sus desviaciones, como la imposición de un pensamiento único; y por el otro, en la del hombre en contra de la ley. Una ley que es letra muerta, que sirve para dominar, borrar las diferencias y callar voces opuestas.
La manera en que abordemos estos temas, tanto los de las catástrofes como las del amor y respeto mutuos, será la piedra de toque de las artes en este siglo. No estoy diciendo que tengamos sólo obras de amor o apocalípticas, sino que los temas se nos imponen como tareas. Quizá haya que abordarlos desde la periferia de los temas, desde las fronteras, desde lo minúsculo y no desde lo planetario. Quizá haya que asomarnos a la miseria humana y las cloacas de la sociedad, y sacar a flote la mierda que se esconde en personas y sistemas de gobierno y en los asesinos que salen en televisión con discursos hipócritas.
Pero también el enemigo está dentro de nosotros, hemos sido vacunados contra la violencia, hemos sido infectados por un virus que ya no está fuera de nosotros como dice Byung-Chul Han(2) y algunos otros filósofos actualmente, sino que el virus somos nosotros mismos; el peligro real en este momento está dentro de nosotros. Nos hemos vuelto autoinmunes.
Muchos seremos un cáncer y nos consumiremos a nosotros mismos sin aceptar lo que se viene y la tarea que tenemos por delante, otros, quizá, y apelo a ellos, lograrán vencer a la enfermedad y resurgir para las generaciones posteriores como una flor, como esa bella flor que nace de los cactus más espinosos o aquella otra que flota en los estanques más hediondos.
1. http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/03/30/actualidad/1396210462_854402.html
2. http://www.filosofia.mx/index.php?/perse/archivos/aviso_de_derrumbe
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