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08 mayo 2012

La suprema expresión es el silencio / Chéjov

Qué costumbres salvajes, qué gente. Qué noches absurdas, qué días tan grises y poco interesantes. El desenfrenado juego a los naipes, la gula, la borrachera, y las incesantes charlas siempre sobre lo mismo. Las innecesarias tareas y las conversaciones sobre el mismo tema se apoderan de la mejor parte del tiempo, de las mejores fuerzas, y queda al final una vida limitada y vacía, sin ningún sentido, de la cual ni siquiera uno puede escapar, como si estuviera recluido en una casa de locos o en una cárcel. Es por ello que la suprema expresión de la dicha o la desgracia es la mayoría de las veces el silencio; los enamorados se comprenden mejor uno al otro cuando están callados.

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