
No soy el impactante Aníbal, ni el prominente Esteban.
No engarzo las joyas con tanta exactitud como Palermo,
ni se enjugar tus lágrimas con margaritas.
No tengo la destreza de Animandro, ni la fuerza de Averroes.
No llego a esteta o comediante, ni me se decir hombre de letras.
Más estoy enamorado, y eso, debería ser suficiente.
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