Toda vida es un viaje sin retorno. Encontrar el camino propio es nuestro destino. Habitar el mundo es encontrarse con otros seres y sobre todo con uno mismo. De esto parece hablarnos Los Habitantes, el último montaje del grupo Teatro sensorial, equipo de trabajo que se conformó en el Fórum bajo la batuta del colombiano Enrique Vargas y el grupo español Teatro de los sentidos y que ahora, ya como grupo independiente, nos presentan su tercer creación, en la que se nota una madurez respecto a sus montajes anteriores.
Los Habitantes nos propone una poética que se va creando a medida que el espectador -convertido en “viajero”- avanza por entre las cámaras que componen la escenografía del recinto. Una serie de recovecos, intersticios y laberintos le deparan al “viajero” una experiencia teatral diferente.
Si bien el esquema planteado al inicio se parece mucho al de otros trabajos, personajes que nos susurran cosas al oído, un misterio tácito… en este trabajo los elementos están mejor configurados o digamos hay una dramaturgia mejor atornillada, las cosas encajan.
Los habitantes son personajes que parecen estar en aquel espacio desde un pasado remoto, ellos nos guían en medio de fragancias naturales y una atmósfera de especial y extraña placidez. El viajero es invitado a crear una relación con el espacio y a explorarlo, es conminado a descubrir los objetos que están ahí dispuestos y a resolver los enigmas que plantean. Vencer los miedos y atreverse a explorar el espacio es también una condición de disfrute.
Cercano al ritual simbólico o a la ceremonia de iniciación, rozando el misterio y con el silencio como un punto al que se vuelve a cada tanto, Los habitantes es un teatro que privilegia la “experiencia” por sobre la representación y más que buscar espectadores invita a estos a participar de una ceremonia, un teatro que se acerca al que Antonin Artaud bautizó como “Teatro Sagrado” y que en occidente ha sido una búsqueda constante en algunos de los directores más importantes del siglo XX.
Hemos olvidado el lenguaje de las cosas, ha escrito Antonin Artaud y parece que sus palabras han tenido mucho impacto desde que fueron pronunciadas. La teoría Hindú de la creación del mundo habla de un sonido primordial que lo ha creado todo: “Om”, la primer energía manifestada es sonido. Cada objeto habla su propia lengua y el hombre ha olvidado ese idioma primordial. Quizá por ello es necesario volver al contacto con el agua, los árboles, la arena del desierto y los sueños, nuestros sueños… el material del que está hecha la vida.
En Los Habitantes no hay historia qué contar porque todas las historias se cuentan a sí mismas. El espectáculo-recorrido nos recuerda que somos nosotros los escribidores y descubridores de la historia. También nos recuerda que somos “viajeros” y solemos olvidar las cosas que habitan los lugares desde tiempos ancestrales y que quedarán cuando nosotros hayamos partido.
Los Habitantes es en alguna medida un Teatro “jeroglífico”, que invita a develar el mundo. El planteamiento de enigmas y la simultaneidad de algunos acontecimientos dentro del espectáculo llevan al viajero a tomar decisiones. Su mirada no lo puede abarcar todo. Es casi una invitación a volver. Como todo teatro que privilegia la experiencia no será igual dos veces.
Algunos “viajeros” al termino de la función hablaron de un teatro curativo o terapéutico, otros dijeron que era mejor que un spa, que sólo faltó el masaje; para uno que otro este viaje significó una oportunidad para adentrarse en la memoria personal y volver a ese origen sagrado y misterioso de la vida, a la comunicación con uno mismo en busca de sus sueños. El grupo Teatro Sensorial ha logrado sensibilizar a su público a través de un mecanismo antiguo de comunicación y ese es su mejor logro.
Vidal Medina / Dramaturgo, actor, director y crítico teatral.
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